NUESTRA HISTORIA DE FOCOLARINOS CASADOS

Danilo: Después de un tiempo, conocí a otra chica. Hay que tener en cuenta que, entretanto, había conocido al Ideal en Milán, en 1950: Ginetta había llegado. Me habían invitado a escuchar la experiencia que contaba en un restaurante, me había impactado mucho, sobre todo este pensamiento, de que hay que amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Dios.
Y allí, mientras ella contaba la historia de Chiara, de Dios Amor, mi vida pasaba por delante de mí y veía que había tantas cosas: el trabajo, porque me había hecho ingeniero y tenía mucho que hacer; el pensamiento de mi prometida; el trabajo también para la Iglesia; Dios; tantos intereses. Y fue entonces cuando me di cuenta -y fue como una vida unificada- de que Dios tenía que estar al frente de mi vida.

Annamaria: Cuando apareció Danilo, me pareció ver realmente el regalo de Dios en él. Sobre todo porque me habló enseguida del Ideal, me fascinó; me habló muy poco, pero enseguida me presentó uno de los escritos de Chiara, y ahí sentí una atracción muy fuerte hacia esa realidad, que no sabía qué era.