Una caricia de Dios al alma
Había en mi alma un vacío que no lograba llenar, un deseo de entrega más total a Dios que no sabía cómo satisfacer. Sufría sobre todo por no encontrar a alguien que pensara como yo, con quien recorrer el camino hacia Dios. Fue precisamente en ese periodo cuando conocí a Silvana, que entonces estudiaba en la universidad de Florencia, mi ciudad. El encuentro con el Ideal fue fulminante para mí y, a medida que lo vivía, se iban cumpliendo mis necesidades. Una caricia de Dios al alma: así definió su encuentro con Chiara. Vita, el primero de sus colaboradores más cercanos en llegar a la Mariápolis Celestial. Vita desempeñó un papel importante en el desarrollo del «violeta»: de hecho, fue uno de los iniciadores del «Centro Santa Chiara».